martes, 8 de diciembre de 2009

Excomunión

Algo pasa en este país cuando nos escandalizamos por hechos evidentes.
Cuando hace unas semanas el mandamás de la Conferencia Episcopal dijo en público que todas aquellas personas que habían apoyado la Ley del aborto estaban en pecado, la caterva progre se echó las manos a la cabeza, capitaneada por el ciudadano de orden José Bono.
Pero, ¿qué esperaban? ¿Que un obispo saliese diciendo “pelillos a la mar”?¿Que se fuera de manifestación bajo la bandera arcoiris defendiendo el derecho de cualquier persona a disfrutar libremente de su sexo? ¿Que pidiera públicamente que se repartieran condones gratis y se declararan bien de utilidad social?
Los obispos españoles tienen una virtud de la que carece la mitad de la población que se dice progresista: son consecuentes. La religión católica considera el aborto un asesinato, del mismo modo que considera que practicar el sexo por placer es pecado y que soportar el dolor no sólo es bueno sino que también es deseable (cuanto más sufras, más te ganarás el cielo, un planteamiento que haría las delicias del bueno del Marqués de Sade).
Quienes no son consecuentes son todas aquellas personas que se dicen católicas y, al mismo tiempo, no aceptan su Credo. Una de dos: o se es católico con todas sus consecuencias o no se es, no hay término medio. Una persona podrá considerarse más o menos creyente, más o menos cristiana; pero si se define como católica es que acepta sus preceptos y sus dogmas. Es como si alguien se declara vegetariano y se escandaliza porque le dicen que no puede comer carne.
Sabiendo las reglas no valen las quejas. O, como dicen en mi pueblo, no se puede estar en el caldo y en las tajás.

martes, 17 de noviembre de 2009

Dignidad

Hace años trabajé en la estación de Cercanías de RENFE de Laguna, en Madrid, colocando el suelo de terrazo del pasillo que unía esta estación con la del Metro. Como había prisas, trabajábamos un día en la mitad del pasillo pegado a una de las paredes y al día siguiente en el otro, porque no se podía cerrar al público.
Mientras trabajábamos, sudando como gorrinos en pleno julio, la gente pasaba y nos miraba como si fueramos una atracción de feria. Y a la hora del bocata, allí estábamos, con la gente mirándonos como cuando vemos a los pandas en el zoo comiendo bambú.
Sin embargo, me sucedió una de las cosas más hermosas que me ha pasado en mi vida: justo en uno de esos momentos en que nos comíamos el bocadillo, con esa marea de gente pasando, mirando y fluyendo, un hombre mayor se nos encaró y nos dijo: "¡que aproveche!".
Este gesto (cotidiano, pequeño, nimio) representó para mí toda una revelación. Nos convirtió en personas, en seres con dignidad. Para él no eramos simples máquinas biológicas, eramos seres humanos que merecíamos respeto, éramos trabajadores dignos.
Ese "¡que aproveche!" constituyó para mí el despertar a la conciencia de clase. Infinitamente más que caulquier lectura de Lenin, Kropotkin, o Marx.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Viva Seseña

Entre tanto ruido mediático de corruptelas varias, resulta que al único alcalde (y corporación municipal) del país que ha tenido el arrojo y el coraje de enfrentarse a un coloso del ladrillo le han premiado con una condena por injurias.
Me refiero a Manuel Fuentes y al resto de la corporación municipal de Seseña, condenados por injurias al Pocero.
Igualito igualito que lo que vemos a diario en la lelovisión.
¿Alguien dijo Democracia?

domingo, 1 de noviembre de 2009

Sexo cuando me apetece. Embarazo cuando lo decido.

Alguien dijo aquello de tristes tiempos cuando debemos alzar la voz para defender lo evidente. Sin embargo, entre tanto revuelo de sotanas, se hace necesario recordar al integrismo nacional-católico ciertas verdades:
  • Al contrario de como nos lo presentan los parabolanos del siglo XXI, abortar es siempre un trauma para la mujer que lo sufre: ninguna mujer abortaría por gusto o por placer, del mismo modo que nadie se sometería con placer a la amputación de un pie.
  •  El aborto se evitaría con una buena educación sexual en las escuelas donde se explicara, sobre todo a las chicas, los beneficios del uso de métodos anticonceptivos sin ningún subterfugio moral.
  • Resulta ridículo que hablen de la defensa de la familia aquellos y aquellas que han decidido aislarse del mundo mediante el celibato y han renunciado, de hecho, a formar una familia.
  • Hay muchos tipos de familia (y no me refiero a las monoparentales o a aquellas donde dos personas que se aman -hombres o mujeres ambos-educan con dignidad a sus hijos e hijas): también existen aquellas que desean planificar el número de hijos que quieren tener, no sólo existe el modelo Opus Dei del quesealoqueDiosquiera.
  • De la misma manera que una almendra no es un almendro, ni un huevo fecundado es una gallina, un feto no es una persona. Tampoco lo es un espermatozoide, ni un óvulo. Es antediluviano afirmar como se afirma que un óvulo fecundado de, por ejemplo, cuatro semanas es un ser humano: cuando los grupos integristas católicos nos muestran fetos de ocho meses en sus planfletos incendiarios diciendo que es eso lo que el médico extirpa del útero de la mujer que sufre un aborto no hacen más que ofender la inteligencia de quienes los leen. Otra cosa es el sentido común: a pocas (poquísimas) mujeres se les ocurriría abortar con un feto de, por ejemplo, seis meses en sus entrañas (por eso, precisamente, es lógica una Ley de Plazos).
Detrás de todas las argumentaciones de los llamados "antiabortistas" se esconden causas mucho más profundas que las que nos quieren demostrar: se trata, en definitiva, de la imposición de un modelo ideológico que incluye una idea del pecado donde el placer es negativo, una santificación del sufrimiento y una estructura social patrialcal que se basa en el sometimiento de la mujer al hombre. Porque lo que no quieren admitir es que los métodos anticonceptivos, el aborto entre ellos, han sido la herramienta fundamental de la emancipación (aún parcial hoy día) de la mujer, porque en la práctica es siempre la mujer quien se hace cargo de los hijos a cambio de sacrificar su vida social, laboral, profesional o intelectual.
Una mujer que planifica sus embarazos es una mujer más libre y un peligro para las concepciones primarias de los integrismos religiosos. Por eso tanto hincapié de las distintas religiones que glorifican el martirio y el sufrimiento (como la católica o el Islam) en intentar prohibir el aborto, el divorcio o cualquier otra cosa que socave la base del sistema por ellos establecido.
Y, por último, recordar una cosa a estos nuevos parabolanos: el sexo no sólo no es vicio o algo pecaminoso sino que es bueno y sano. Pero no sólo eso: el sexo es deseable y recomendable. Hace unas semanas escuché por la radio a un pobre hombre diciendo que el sexo era malo porque hay pederastas o violadores, argumentando que es a eso a lo que conduce el vicio: lo que decía este hombre es el equivalente a decir que comer es malo porque existen bulímicos o porque hay gente que le gusta tragar trocitos de vidrio.
Precisamente si nos dejáramos de milongas decomonónicas y se retozara más acabaríamos con tanta actitud hipócrita de aquellos que por la mañana despotrican contra la inmoralidad mientras por la noche acuden al prostíbulo o de aquellos que le dicen al oído a su discípulo: "de esto no se tiene que enterar tu padre".
Que ya huele.

martes, 13 de octubre de 2009

No, no todos son iguales

Desde mucho antes del celebrado referéndum que aprobó la Constitución de 1978 la derecha sociológica ha venido minando la opinión pública con aquello de “todos son iguales”. Poco a poco el mensaje ha ido calando hasta tal punto que se ha conseguido el objetivo perseguido: una pseudodemocracia canovista con dos partidos dinásticos que se reparten el poder y que cada cuatro u ocho años se turnan de manera pacífica para lavar las vergüenzas del régimen y, de una manera gatopardiana, cambiarlo todo para que todo siga igual.
De este modo, la corrupción generada en el seno de partidos políticos y administraciones públicas se va minimizando con dicho “todos son iguales”, se mete en el mismo saco a todos “los políticos” (que han pasado a ser profesionales) y se asume dicha podredumbre como un mal menor de la democracia. Cada partido del Turno agita como un espantajo las miserias del otro (ya sean Gurtel, Filesa, GAL o vayustéasaber) con fines electoralistas y se olvidan para siempre bajo la alfombra del parlamentarismo hasta volver a sacarlos a colación en la siguiente cita electoral.
Por eso sorprende cuando alguien, desde dentro de los poderes públicos, se atreve a sublevarse contra este orden de cosas, cuando algún parlamentario, concejal o alcalde pega el puñetazo en la mesa y se atreve a enfrentarse a la corrupción de manera frontal. Y lo que ocurre en estos contados casos también es, a su modo, sorprendente: que los partidos del Turno y los engranajes del sistema hacen causa común, minimizando, zancadilleando, ocultando y dinamitando la labor de estos últimos mohicanos de la democracia.
Esto es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con el alcalde (comunista) de Puerto Real, al denunciar las irregularidades del mismísimo Rey de España, o de Manuel Fuentes, el alcalde (comunista) de Seseña, enfrentado a la especulación urbanística de el Pocero (la quintaesencia de la España quevediana). Fuentes, con la única ayuda de la ética y con la oposición (por acción u omisión) de medios de comunicación y poderes públicos, se arriesga incluso a la cárcel precisamente por su valentía al denunciar el ladrillazo, y el próximo 14 de octubre, en Toledo, comparecerá como acusado en un juicio por calumnias contra el Pocero.
No, no todos son iguales.
Éstos no tienen amigos influyentes en los partidos del Turno, como, digamos, Bono o Zaplana.
Y son comunistas. Comunistas.

lunes, 5 de octubre de 2009

Devenir perra, de Itziar Ziga

Hace unos días llegó a mis manos un libro atípico. Se trataba de “Devenir perra”, de Itziar Ziga, un alegato feminista, pero con un enfoque totalmente distinto a todo lo que en nuestra sociedad impoluta y políticamente correcta se considera aceptado.
Itziar Ziga no oculta su intencionalidad tendenciosa en ningún momento, sino que se ratifica en ella y nos advierte antes de que nos enfrentemos a la lectura de su ensayo: “soy radical. Radical se dice de quien busca la raíz de las cosas. Así que no ser radical es ser, como poco, superficial y, en realidad, estúpida. A pesar de lo que digan los telediarios”. Y remata en su introducción: “Soy una zorra vasca feminista radical malhablada panfletaria. Antes de que lo escupa nadie, ya lo he dicho yo.”
Ziga forma parte de uno de los subproductos de la era posfeminista, de los grupos de mujeres urbanitas, desclasadas y sin tabúes que ella misma denomina “las perras”, mujeres que explotan hasta el esperpento la hiperfeminidad, el pantojismo, como una especie de bofetada al mundo clasista y patriarcal.
Itziar Ziga, a través de su vivencia personal, nos introduce en el mundo de las perras al tiempo que no deja títere con cabeza, sin ningún tipo de compasión ni hacia sus correligionarias feministas. Reivindica, entre otras muchas cosas, el hedonismo de todoacién como respuesta al capitalismo clasista y elitista; la promiscuidad sexual sin barreras de género como manera de combate directo al patriarcado; y la respuesta automática, e incluso violenta, ante cualquier agresión. Enfundada en su ropa de puta, con su boa de plumas y sus tacones imposibles, recoge en un movimiento parabólico toda la basura sexual, estética, clasista y machista del sistema liberal y, como una especie de honda, lo vomita multiplicado por cien a las entrañas del sistema.
Yo, que también me considero, en cierto sentido, radical, me siento un auténtico mojigato encogido ante la frescura sin pudor y sin máscaras de Ziga. Porque, de alguna manera, siento, mientras leo su librito, todos los condicionamientos absurdos, clasistas, machistas, católicos, tradicionalistas y estúpidos que forman parte de mi personalidad y que, aunque me avergüenzo de ellos, ni quiero ni soy capaz de romper, ni de liberarme de ellos.
Es cierto, por otra parte, que algunas de las tesis que expone Itziar Ziga son difíciles de asumir (e incluso inasumibles en absoluto): por ejemplo, hace un alegato en favor de la prostitución (la quintaesencia del machismo) con argumentos, en mi opinión, peregrinos a todas luces. Sin embargo, “Devenir perra” nos ofrece un nuevo ángulo, un nuevo punto de vista fresco y novedoso, un posicionamiento que, como mínimo, no nos dejará fríos.
Una lectura absolutamente recomendable.

lunes, 24 de agosto de 2009

Globos sonda

Esta última semana el inefable Pepiño Blanco nos ha obsequiado con el lanzamiento de un globo sonda sobre una hipotética reforma fiscal.
Donde dijo "digo" dice "Diego" y, ahora, después de haber dado marcha atrás en la propuesta que Izquierda Unida llevó al Congreso de los Diputados, cuando se pedía que las grandes fortunas y los más ricos pagaran más impuestos, parece que se lo están pensando y repensando y, quizás, sean razonables y apliquen una medida de cajón en tiempos de crisis, desandando el camino derechizante emprendido por el PSOE y que culminó con la eliminación del Impuesto sobre el Patrimonio.

Ojalá.

miércoles, 24 de junio de 2009

Es lo que parece

El propio portavoz del PSOE, José Antonio Alonso, explicó la negativa de su partido a la propuesta de Izquierda Unida de subir los impuestos a los más ricos diciendo que no pueden caer en la incoherencia.
No fue un desliz.
Ya no hay medias tintas. En cuestiones de economía, el PSOE se ha decantado definitivamente por la senda de la derecha.
Pero, no se preocupen. Ya se encargarán los gigantes de la (des)información de contrarrestar el impacto mediático de esta estocada a los más desfavorecidos con algún asuntillo más importante (por ejemplo, la victoria de la gloriosa selección española).
A por ellos, oooooééééééé!!!!!

miércoles, 17 de junio de 2009

La Ciencia vs. la Conferencia Episcopal

Cuando los astrónomos de la Edad Moderna empezaron a tener datos objetivos y fiables sobre la posición, velocidad y trayectoria de los astros, se sorprendieron de lo aparentemente complicado de sus órbitas, que parecían describir trayectorias helicoidales hipercomplicadas si se tenía en cuenta que todos debían girar alrededor de la Tierra y que, por tratarse de cuerpos de las esferas superiores, sus órbitas debían basarse en el círculo. De este modo, construyeron artificiosos modelos matemáticos en los que La Tierra ocupaba el centro y los demás astros giraban en engranajes a modo de ruedas dentadas que se insertaban unas en otras y que a duras penas lograban explicar las órbitas aparentes.

La solución, como sabemos, la dio Galileo: si abandonamos la premisa de que la Tierra es el centro del Universo resulta que todo cuadra, todo se simplifica y resulta que un engranaje artificioso y complicado da lugar a un modelo sencillo, claro y evidente. Por último, basándose en las notas de Tycho Brahe, Kepler dio la punzada de oro al abandonar los restos de prejuicio platónico y admitir que los planetas no sólo giraban alrededor del Sol, sino que, además, las órbitas que describían no eran circulares (perfectas) sino elípticas.

En muchas ocasiones a lo largo de la Historia, el impulso a la ciencia vino asociado casi siempre al abandono de los prejuicios religiosos (que es un eufemismo de superstición). La importancia de los descubrimientos de Servet, Galileo o Kepler no lo fue tanto por lo sesudo de sus investigaciones como por la audacia de abandonar creencias estúpidas basadas en supersticiones religiosas.

Al hilo de lo anterior, nos complicamos la existencia, en el campo de la política educativa, intentando conciliar los intereses de la religión y del resto de materias en complicados equilibrios inestables cuando la solución lógica, razonable y definitiva es única y evidente: la religión debe salir de la Escuela.

Mientras esto no suceda, no podemos rasgarnos las vestiduras cada vez que alguien se atreva a decir desde la pizarra que un gay es un desviado, que hacer el amor es reprobable o que un óvulo fecundado de dos semanas es un ser humano y quien lo elimina es un asesino.

De aquellos polvos, estos lodos.

domingo, 14 de junio de 2009

Nuevas recetas de derechas

Por si alguien tenía dudas, el Gobierno Zapatero acaba de dar una nueva vuelta de tuerca en sus soluciones neoliberales a la crisis: subir los impuestos a los más pobres, es decir, apretar las clavijas en los impuestos indirectos.
Cuando soplaba una leve brisa de cambio, cuando lo lógico era subir los impuestos directos para que la crisis la sufragaran los más ricos, los especuladores, los que la han ocasionado y se están lucrando a costa de los trabajadores, el Gobierno (recordemos que, nominalmente, representan a un partido socialista y obrero) opta por dar la razón al PP de Camps, de Oreja y de Rajoy y por exprimir los bolsillos de los españolitos de a pie.
Ya puede José Blanco hacer los malabarismos oratorios que quiera: optar por subir los impuestos indirectos (como el de los carburantes o el tabaco) mientras se respeta el capital de los más ricos, es de derechas. Lo lógico en estas circunstancias sería subir el tipo impositivo a las rentas más altas, pero parece ser que la lógica es diferente según desde el ángulo desde el que se mire. Y desde la izquierda todo esto nos parece puro y duro liberalismo de libro.
Y no aceptamos pulpo como animal de compañía.

domingo, 31 de mayo de 2009

PSOE y PP son iguales, según VoteWatch

Mi amigo Pedro Patiño, que el año que viene se jubila después de un porrón de años de maestro, me contó una anécdota que viene al caso:
Un día, dos de sus alumnos se peleaban y les preguntó que cuál de ellos tenía la culpa. Obviamente, los dos dijeron que la culpa era del otro. Y él, evidentemente, tomó por verdaderas ambas acusaciones, y los castigó a los dos.
Lo mismo ocurre con nuestros queridos amiguitos PSOE y PP durante la campaña electoral: mientras que el PSOE echa la culpa a la "derecha rancia, retrógrada y avariciosa", el PP acusa directamente a quienes han tenido durante un lustro la capacidad de actuar legalmente y no han hecho nada.
Y, curiosamente, los dos tienen razón: ambos son culpables.
Según los datos recopilados por VoteWatch los eurodiputados españoles del PSOE votaron en un 69,9 % lo mismo que los eurodiputados del PP. En los últimos cinco años se han celebrado en el Parlamento Europeo un total de 6.149 votaciones, de las que en 4.286 ocasiones los eurodiputados del PSOE pensaban exactamente lo mismo que los "rancios, estrechos y retrógrados" eurodiputados del PP, porque votaron exactamente lo mismo que ellos.
Así que ¡los dos tienen razón!
No existe un partido culpable de la crisis, no existe un partido mayoritario que apoye la Constitución neoliberal Europea, que financie los intereses de las multinacionales del automóvil, del ladrillo o de la banca, no existe un partido que consienta seguir manteniendo los acuerdos con la Santa Sede, no existe un partido que defienda a capa y espada la competitividad y la flexibilidad laboral. No existe un partido que apelando a los intereses del pueblo apoye con sus votos en Europa las políticas neoliberales que, en definitiva, han ocasionado la crisis.
Existen dos.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Si yo fuera rico

Si yo fuera rico, estaría encantado con la supresión del Impuesto de Sucesiones que con tanto ahínco han defendido PSOE y PP, ya que así me embolsaría unos cuantos miles de euros de la herencia del abuelo que ya no irán a financiar hospitales ni escuelas sino a ricas estancias en las Seychelles pa' mi cuerpo serrano.
Si fuera un gran accionista de las multinacionales del sector del automóvil, estaría supercontento con las ayudas del Gobierno para dar salida a mi superproducción de coches, ya que si no se pasaran por el arco del triunfo esas milongas del crecimiento sostenible y apostaran por el transporte público o la bicicleta mis beneficios caerían en picado.
Si fuese El Pocero o un director de una gran inmobiliaria, daría palmas con las orejas con el ultimátum que ha supuesto el anuncio de la supresión en 2010 de las desgravaciones por adquisición de vivienda, porque la gente se animaría a comprarme el stock de pisos que me quedan por vender, cosa que no hubiera ocurrido si los gobiernos de turno fomentaran la construcción de vivienda pública que, además, ayudaría a resolver el problema del paro.
Si fuese el dueño de una cadena de colegios privados concertados católicos, por ejemplo los de los Legionarios de Cristo, lloraría de contento al ver cómo el Gobierno (del PSOE o del PP, autonómico o estatal), además de financiar con fondos públicos, regalará a cada hijito o hijita de mis ricas clientas, además, un ordenador portátil.
Si fuese un empresario de cualquier sector, fliparía con las ayudas que las administraciones de todo tipo y todo color (PP o PSOE) me están ofreciendo para financiar mi empresa, contratos con salario mínimo interprofesional incluido.
Si fuese un acomodado ciudadano de clase media alta, miraría con ternura al Gobierno del PSOE, tan comprensivo, que me estaría dando las mismas ayudas a mí, que no lo necesitaría, que a un jornalero de Linares; por ejemplo, los 2500 euros por nacimiento, los 400 del IRPF, etc.
Y si fuese banquero... ¡Bueno...! Si fuese banquero les pondría un altar a los buenos de Pepiño y Zapatero con una foto suya diciendo que la culpa de la crisis es mía mientras me untan de lo lindo.

Pero no soy rico. Ni empresario. Ni banquero. Ni voté sí a la Constitución más neoliberal de todos los tiempos, ni voté a ninguno de los partidos (entre ellos PP y PSOE) que han avalado, defendido y aplicado las políticas neoliberales que nos han endiñado la mayor crisis económica de la Historia y que ahora se echan la culpa unos a otros para escurrir el bulto, con desvergüenza olímpica: porque si quienes han tenido los resortes del poder y quienes han diseñado las políticas económicas no tienen culpa de nada, ¿quienes la tenemos?
¿Los parados?
¿Los trabajadores?
¿Los miles de jóvenes sin un trabajo digno a la vista, acosados por sueldos de miseria y con la perspectiva de un sistema de Educación Superior elitista como el de Bolonia y a quienes creen poder camelar con píldoras poscoitales?

Contra tanta hipocresía, contra tanta desvergüenza, el 7 de junio votaré a la Izquierda en las Elecciones Europeas.
A Izquierda Unida, por supuesto.

viernes, 15 de mayo de 2009

Alfonso Sastre

Mi primer contacto con la obra de Alfonso Sastre fue algo tardío y emocionante.
Hacia 1995 trabajaba como peón de albañil, uno de los tantos que salía a diario, de lunes a viernes, desde los pueblos de La Mancha hacia Madrid. La obra en la que trabajaba por entonces estaba en Vallecas. Recuerdo que, dando un paseo mientras hacía la digestión del bocadillo (en la obra se paraba a la una de la tarde), encontré una librería que me llamó mucho la atención: se trataba de la legendaria Librería Miguel Hernández, un auténtico reducto y nido de rojos hoy (según creo) desaparecida.
No sé a quien le hizo más ilusión: si a mí encontrarme un lugar donde la decoración principal eran reproducciones de carteles antifascistas de la Revolución Española y donde se podían comprar, a precios asequibles, buenos libros que echarse a la boca, o al dueño de la librería viendo a un chaval en mono de trabajo preguntándole por libros de Gabriel Celaya, de Abel Paz o de Ian Gibson. Después de breve conversación y pocas compras, el buen hombre me regaló "El español al alcance de todos", de Alfonso Sastre.
Desde entonces me aficioné a la obra de Sastre. De su estilo me atrajo su dignidad y su forma apasionada, sincera y sin estridencias de denunciar las injusticias. Y, sobre todo, su firmeza, su pacifismo y su compromiso consecuente.
Pese a que no comparta algunas de sus ideas, lo que sí tengo claro es que Alfonso Sastre no es ni un terrorista ni nada que se le parezca. El hecho de que a personas como él no se las deje presentarse a unas elecciones democráticas en un país democrático debería, como mínimo, hacernos reflexionar sobre los derroteros que está tomando nuestro sistema representativo.
La democracia debe dejar campo abierto a cualquier idea, pese a lo incómoda que resulte. Y las leyes no pueden aplicarse "por si acaso", sino persiguiendo delitos firmes. En primer lugar, porque la libertad de expresión debe estar por encima de cualquier supuesto. Y, en segundo lugar, porque estas decisiones no hacen más que enconar y dar alas a aquellos que, precisamente, no creen en ninguna democracia.

sábado, 9 de mayo de 2009

Marx y el retablo de las maravillas

Uno de los mejores cuentos de Cervantes (cuya obra en cuanto a relatos y novela corta tiene tanta calidad como el resto de su producción literaria) es, a mi gusto, El retablo de las maravillas. Su genialidad estriba no tanto en el estilo sino en la capacidad de ironía y de crítica social. Cuando Cervantes lo escribió, la sociedad castellana estaba obsesionada por la pureza de sangre, tanto por cuestiones de prestigio social como por otras más chabacanas (para acceder a cualquier puesto de la administración se debía estar limpio de sangre judía).
En este sentido, El retablo de las maravillas no es tanto una novelita sarcástica como una honda crítica social. El argumento (por si alguien no lo recuerda) es el siguiente:
Unos visitantes llegan a una pequeña población y pregonan que traen con ellos un hermoso retablo, el más hermoso que ojo de cristiano haya visto jamás; un retablo que tiene, además, cualidades maravillosas: sólo lo pueden ver aquellos que posean una sangre limpia de cualquier antepasado judío. Ni que decir tiene que el tal retablo no existía, pero cuando los charlatanes simulaban mostrárselo al público, todas las personas, sin excepción, lanzaban alabanzas y exclamaciones extasiadas ante tanta belleza.
Por supuesto, nadie podía ver absolutamente nada del dichoso retablo, pero todos tenían miedo de que los demás pensaran que se tenía sangre judía y, por tanto, de ser socialmente excluido y repudiado.
La genialidad de Cervantes es tal que de sus obras pueden extraerse conclusiones universales y válidas para cualquier tiempo y lugar:
Del mismo modo que en El retablo de las maravillas, en nuestro sistema cultural, inmerso en una especie de dictadura de lo políticamente correcto, absolutamente todas las personas de orden y de mentalidad abierta y progresista se empeñan en demostrar que el liberalismo (al que eluden llamar por su nombre: capitalismo), con su ficción democrática de visita cada X años a las urnas, es el mejor de los sistemas posibles.
Sin embargo, como ciegos no son, contemplan a diario las evidencias: crisis cíclicas e inevitables (porque forman parte de los mecanismos intrínsecos del sistema liberal) que arrastran consigo a cientos de familias, regiones enormes del planeta condenadas a la hambruna permanente y a epidemias ya olvidadas hace décadas en Occidente (meningitis, tuberculosis, etc.), sistemas de democracia representativa donde partidos con la mitad de votos que otros tienen, sin embargo, triple cantidad de representantes (como es el caso, sin ir más lejos, de Izquierda Unida en España), gobiernos progresistas que defienden la sostenibilidad ecológica mientras subvencionan sin pudor al sector del automóvil, miles de parados haciendo cola mientras los banqueros se llenan los bolsillos con aportaciones del Estado (para no desestabilizar el sistema, por supuesto), etc., etc.
Pese a ello, temerosos de ser acusados de retrógrados marxistas, idealistas utópicos o demagogos sin los pies en la tierra, se niegan a levantar el dedo y, señalando a las entrañas del sistema, digan en voz alta: "el Emperador va desnudo", como en ese otro cuento con moraleja evidente.
Como san Juan, en el Apocalipsis, yo también digo "quien quiera ver, que vea".
Yo soy comunista.

lunes, 30 de marzo de 2009

Vuelven los clásicos

En la portada de la página de la Fundación Federico Engels aparece el siguiente fragmento del Manifiesto Comunista. La vigencia de este texto de hace 150 años pone los pelos como escarpias. Que aproveche:
"Os aterráis de que queramos abolir la propiedad privada, ¡como si ya en el seno de vuestra sociedad actual la propiedad privada no estuviese abolida para nueve décimas partes de la población, como si no existiese precisamente a costa de no existir para esas nueve décimas partes! ¿Qué es, pues, lo que en rigor nos reprocháis? Querer destruir un régimen de propiedad que tiene por necesaria condición el despojo de la inmensa mayoría de la sociedad."

sábado, 7 de marzo de 2009

La pinza

¡Lo que son las cosas!: todos aquellos progresistas de pro que clamaban al cielo a causa de la enteléquica e inexistente unión PP-IU de los tiempos del amiguismo y la corrupción felipista andan por ahí exultantes de alegría por la próxima llegada de un gobierno del PSOE sostenido por el PP en el País Vasco.
Claro que, para ellos, la probable unión en Euskadi del PSOE vasco con el PP de grandes demócratas como María san Gil y Mayor Oreja no se llama "la pinza": se llama responsabilidad de Estado. ¡Olé!

domingo, 22 de febrero de 2009

Crecimiento sostenible

La hipocresía va casi siempre unida a la demagogia. Aunque en muchos casos no suele ser peligrosa (porque se la ve llegar a la legua), hay veces en las que resulta especialmente letal.
El ejemplo más claro de lo anterior es el llamado "Crecimiento sostenible". No sólo en nuestras democracias occidentales, sino en casi todo el planeta, hemos hecho ya axioma el liberalismo económico, de manera que, a excepción de unos pocos, nadie da un céntimo por cualquier otro sistema económico que no sea el del libre mercado. El debate ha basculado de la dicotomía socialismo-liberalismo a neoliberalismo-sostenibilidad. Y da grima ver como los antaño apóstoles del marxismo (lease socialdemócratas de todos los colores) se empeñan en defender una variante del capitalismo que supuestamente respetaría no sólo el medio ambiente y la naturaleza, sino que redundaría en el bienestar de una cada vez más grande porción de la Humanidad.
Sin embargo, no es difícil comprobar, arañando un poco el barniz de tan refulgente edificio, que el liberalismo, capitalismo o libre mercado (llamemosle como queramos) se alimenta del crecimiento del consumo. Cualquier parón de éste, incluso una ralentización, se convierte instantáneamente en crisis económica, una de esas crisis cíclicas que sumen en la miseria a miles de familias y a sociedades enteras y que son, también, parte constitutiva e inexorable del capitalismo.
En estos días de crisis, es todo un poema ver cómo los dirigentes socialdemócratas de todos los rincones del planeta animan al consumo, inyectan capitales a la banca privada y sostienen con fondos públicos industrias tan insostenibles, no sólo ecológicamente hablando, como la industria del automóvil.
Y es que algunos creen que ser ecologista es pagar anualmente la cuota de Greenpeace.