martes, 17 de noviembre de 2009

Dignidad

Hace años trabajé en la estación de Cercanías de RENFE de Laguna, en Madrid, colocando el suelo de terrazo del pasillo que unía esta estación con la del Metro. Como había prisas, trabajábamos un día en la mitad del pasillo pegado a una de las paredes y al día siguiente en el otro, porque no se podía cerrar al público.
Mientras trabajábamos, sudando como gorrinos en pleno julio, la gente pasaba y nos miraba como si fueramos una atracción de feria. Y a la hora del bocata, allí estábamos, con la gente mirándonos como cuando vemos a los pandas en el zoo comiendo bambú.
Sin embargo, me sucedió una de las cosas más hermosas que me ha pasado en mi vida: justo en uno de esos momentos en que nos comíamos el bocadillo, con esa marea de gente pasando, mirando y fluyendo, un hombre mayor se nos encaró y nos dijo: "¡que aproveche!".
Este gesto (cotidiano, pequeño, nimio) representó para mí toda una revelación. Nos convirtió en personas, en seres con dignidad. Para él no eramos simples máquinas biológicas, eramos seres humanos que merecíamos respeto, éramos trabajadores dignos.
Ese "¡que aproveche!" constituyó para mí el despertar a la conciencia de clase. Infinitamente más que caulquier lectura de Lenin, Kropotkin, o Marx.

1 comentario:

  1. Te pilla le vena sensiblera(es la buena). Probablemente para algunas gentes lo único, que ven y rechazan, son los tiempos, la memoria de lo que hemos sido hace unos días, de lo que somos y podemos ser en cualquier momento... No me voy a extender.Todo el mundo me entiende: semos tos pijos.
    No está demás que recordemos las cifras de este país hace pocos años y qué trabajos hacían nuestros padres, abuelos etc.

    Jesús, amigo mío, intentar que todo sea un poco menos oneroso, para cada persona, parece un intento de agresión por parte de los ilusos que pensamos, que cambiar, que barrer, que, al margen de prejuicios, debajo de cada pellejo, hay una persona que siente y tiene sus necesidades; distintas, lícitas, respetables, deseables en su desarrollo artístico o para un bien físico-palpable, detrás , debajo, de cualquier preposición, está la amplitud de sentirse humanos. No tener miedo, es el primer mandamiento para realizarse, para dejar que los demás sean, el hipopótamo o la paloma que les dé la gana.
    Salud y República

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