martes, 13 de octubre de 2009

No, no todos son iguales

Desde mucho antes del celebrado referéndum que aprobó la Constitución de 1978 la derecha sociológica ha venido minando la opinión pública con aquello de “todos son iguales”. Poco a poco el mensaje ha ido calando hasta tal punto que se ha conseguido el objetivo perseguido: una pseudodemocracia canovista con dos partidos dinásticos que se reparten el poder y que cada cuatro u ocho años se turnan de manera pacífica para lavar las vergüenzas del régimen y, de una manera gatopardiana, cambiarlo todo para que todo siga igual.
De este modo, la corrupción generada en el seno de partidos políticos y administraciones públicas se va minimizando con dicho “todos son iguales”, se mete en el mismo saco a todos “los políticos” (que han pasado a ser profesionales) y se asume dicha podredumbre como un mal menor de la democracia. Cada partido del Turno agita como un espantajo las miserias del otro (ya sean Gurtel, Filesa, GAL o vayustéasaber) con fines electoralistas y se olvidan para siempre bajo la alfombra del parlamentarismo hasta volver a sacarlos a colación en la siguiente cita electoral.
Por eso sorprende cuando alguien, desde dentro de los poderes públicos, se atreve a sublevarse contra este orden de cosas, cuando algún parlamentario, concejal o alcalde pega el puñetazo en la mesa y se atreve a enfrentarse a la corrupción de manera frontal. Y lo que ocurre en estos contados casos también es, a su modo, sorprendente: que los partidos del Turno y los engranajes del sistema hacen causa común, minimizando, zancadilleando, ocultando y dinamitando la labor de estos últimos mohicanos de la democracia.
Esto es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con el alcalde (comunista) de Puerto Real, al denunciar las irregularidades del mismísimo Rey de España, o de Manuel Fuentes, el alcalde (comunista) de Seseña, enfrentado a la especulación urbanística de el Pocero (la quintaesencia de la España quevediana). Fuentes, con la única ayuda de la ética y con la oposición (por acción u omisión) de medios de comunicación y poderes públicos, se arriesga incluso a la cárcel precisamente por su valentía al denunciar el ladrillazo, y el próximo 14 de octubre, en Toledo, comparecerá como acusado en un juicio por calumnias contra el Pocero.
No, no todos son iguales.
Éstos no tienen amigos influyentes en los partidos del Turno, como, digamos, Bono o Zaplana.
Y son comunistas. Comunistas.

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