sábado, 16 de agosto de 2014

My pueblo is different: la falacia del "vale todo" en lo local

Hace un par de días se creó en Segurilla, donde resido, un círculo Podemos, y para inaugurarlo convocaron una asamblea abierta a la que también se nos invitó a militantes y simpatizantes de Izquierda Unida para debatir sobre lo humano y lo divino.
El debate no estuvo mal, sobre todo porque en un pueblo como Segurilla, donde el espíritu de la ultraderecha es quien inspira muchas de las decisiones del equipo de gobierno del PP, ya es todo un logro que la gente asuma como normal que se hagan reuniones libres en los espacios públicos, conquista en la que la Asamblea Local de Izquierda Unida de Segurilla ha tenido mucho que ver desde su reciente fundación.
Se habló de todo, y se pusieron sobre el tapete las semejanzas y diferencias entre IU y Podemos, como era previsible, pero lo más interesante fue el tema de fondo, la posible convergencia electoral de la izquierda en las próximas elecciones municipales y autonómicas. La opinión general, que no unánime, era que había que tender a una alianza de la izquierda para constituir candidaturas confeccionadas de forma abierta en base a un programa común. Hasta ahí, todos de acuerdo. El problema es lo que entendemos por la izquierda.
 ¿Cada mochuelo a su olivo?

La única ventaja de ser un inmigrante, de
vivir en un lugar en el que no has crecido, donde te falta arraigo, es que puedes ver las cosas con cierta perspectiva. Por ejemplo, al vecino de toda la vida suele parecerle evidente que, a la hora de juzgar la vida política de cada pueblo y ciudad, la realidad es muy distinta al resto, y que, por tanto, se pueden tomar decisiones heterodoxas, como hacer pactos contra natura, tomar decisiones políticas que en el pueblo de al lado se hicieron justo al revés, etc. Aquello de my pueblo is different, vaya.

En muchos casos, la realidad local hace necesarios movimientos de cintura política que amenazan con hacerte perder el equilibrio, pero una cosa es lo concreto y otra cosa son los pactos globales. Por varios motivos.
En algunos casos aparece la figura del visionario o del justiciero que, actuando de una manera totalmente autónoma, cree que hace lo correcto sin tener en cuenta la opinión de los demás, y que acaba metiendo la pata, bien por egoísmo o egolatría, bien por por ceguera, arrastrando al resto de sus compañeros en su caída. En La Mancha toledana, por ejemplo, tenemos presente cierto caso de un personaje que llegó a ser referente dentro de Izquierda Unida, llegando incluso a alcanzar un porcentaje de apoyo a IU nunca visto en su pueblo, donde logró representación municipal, pero que acabó colaborando con el alcalde del Partido Popular y cobrando nómina. Eso sí, por el bien de su pueblo, que él y solo él sabía interpretar a la perfección. Hoy ya está desvinculado de IU, pero el daño hecho a Izquierda Unida, tanto a nivel local como comarcal y provincial, es terrible.
Cuando se actúa en el nombre de un conjunto de personas, hay que dejar atrás, precisamente, el particularismo. Es importante, por tanto, que a la hora de buscar confluencias globales éstas se hagan con criterios globales, no solo locales, porque lo uno influye en lo otro y viceversa.

Lo municipal no es solo local

Además, las elecciones municipales no son solo locales: hay mucho más en juego, desde las mancomunidades hasta el gobierno de las  diputaciones. Por eso es importantísimo elegir con cuidado los compañeros de viaje. Y me refiero, claro está, al tema del PSOE.
En muchos de nuestros pueblos, sobre todo en aquellos en los que la derecha ha estado gobernando toda la vida, (ya sea como Falange, como AP, como PP o como sucedáneos), hay un anhelo casi unánime de cambio, de manera que los vecinos suelen preguntarse si no sería bueno un pacto electoral local entre Izquierda Unida, PSOE y cualquier otro partido (Podemos, en este caso) para desbancar al PP. Sin embargo, esto que parece fácil tiene muchos escollos, y los más graves no son los roces en la elaboración de las listas.
Cuando un partido político obtiene unos votos en unas elecciones, también recibe a cambio financiación y cuota de poder. Por eso, desde siempre, el PSOE se ha mostrado reacio a formar candidaturas en las que no aparezca su nombre. Si, por poner un ejemplo, se crearan en Toledo y Talavera dos candidaturas en las que participara el PSOE, pero donde no se adjudicaran los votos al PSOE, en la Diputación de Toledo, sin ir más lejos, los concejales obtenidos no se computarían como PSOE, sino como miembros de dichas candidaturas. De ahí que en el PSOE se opongan siempre, porque pierden cuota de poder.

¿Por qué es tan importante el control de las Diputaciones?

Las diputaciones son la gallina de los huevos de oro de los partidos del turno, son el centro de poder de donde el PPSOE extrae el lubricante de su maquinaria. Por eso es imprescindible mantener una línea roja infranqueable en los pactos electorales en los que no debe tener cabida el PSOE. Los militantes y simpatizantes del PSOE de pueblos y ciudades merecen, como no puede ser de otro modo, todo el respeto del mundo, pero el PSOE, como partido, es una maquinaria institucional que a través de las diputaciones premia a sus acólitos con puestos de trabajo a dedo, reparte prebendas, coloca a paniaguados en los consejos de administración de mancomunidades y organismos públicos, y gestiona qué ayuntamientos reciben la mejor tajada del presupuesto, igualito que lo que hace el PP.
Los pactos han de hacerse, por tanto, no solo con criterios locales, sino con amplitud de miras. No solo hay que hacer crecer las flores: es necesario limpiar de piedras, abrojos y cardos el terreno, dejándolo limpio para las generaciones futuras.

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