sábado, 16 de febrero de 2008

¡Qué modernos son estos sociatas!

Cuando los voceros del progresismo institucional (léase PSOE) atacan a la izquierda transformadora, suelen descalificarla como antigua, fuera de la realidad, o utópica. ¡Como si los obreros de la construcción, el campo o la mar, que disfrutan de jornadas de 9 horas sin pagas y sin vacaciones, a veces firmando el finiquito en blanco, estuviesen fuera de la realidad o su situación no fuese real y contemporánea..!
Sin embargo, se les ve el plumero cuando se trata de abordar la existencia de instituciones medievales. Para ellos la monarquía, por ejemplo, no es una rémora antidemocrática, elitista y “antigua”. Que la Jefatura del Estado sea heredad de una familia, que no tengamos derecho a su elección libre y por sufragio universal, que las cuentas de la Casa Real estén blindadas a auditorías, etc., etc., etc., no son para ellos antiguallas medievales, sino (¡voto a bríos!) una garantía de unidad para los españoles (¡cáspita!), como se encargó de recordarnos el propio Zapatero hace unas semanas con ocasión del 40 cumpleaños del heredero de la Jefatura del Estado, escribiéndole una carta, publicada en los periódicos, en la que demostraba su peloteril sumisión a la Corona.
Tampoco ven ningún impedimento en defender el sistema electoral, herencia del liberalismo del siglo XIX que, mediante el uso y abuso de la circunscripción provincial, margina a fuerzas democráticas estatales como Izquierda Unida de manera que con casi un millón y medio de votos obtienen sólo cinco diputados mientras partidos como el PNV o ERC, con tres o cuatro veces menos votos tienen siete u ocho.
Tres cuartos de lo mismo pasa pasa con la Iglesia. Desde la Ilustración (siglo XVIII para más señas) se ha estado pregonando la separación Iglesia-Estado, la laicidad de los gobiernos, etc., etc. Al pobre de Montesquieu le daría un pasmo al ver como a la quintaesencia del progresismo español le da igual que en las escuelas públicas se predique una fe, que los obispos designen a dedo a los profesores de religión (pero siendo el Estado quien les paga), que se pague al clero por parte del erario público o que los capellanes castrenses formen parte del organigrama (y la nómina) del Ministerio de Defensa.
Por eso les resulta muy duro ver como sus protegidos (esos señores con joyas, bonetes y faldas con puntillas) piden abiertamente el voto para el PP o soliviantan a la ciudadanía clamando contra el derecho a una sexualidad sana, al divorcio, al aborto, despotricando contra el derecho a la libre elección de la opción sexual o pidiendo la objeción de conciencia a una asignatura que enseña valores democráticos. Señores psoecialistas: ajo y agua. De aquellos polvos, estos lodos.
Ya es hora de entrar en la modernidad. Hágannos caso a los cavernícolas de la izquierda transformadora y hagan realidad, en pleno siglo XXI, la separación de la Iglesia y el Estado.

1 comentario:

  1. Enhorabuena tío, eres un crak. Salud y república desde Torija. Guadalajara

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