La relectura de esta obra es pertinente hoy más que nunca, cuando están cayendo uno tras otro los mitos de la Transición, las vacas sagradas que hasta hoy día eran intocables, por mucho que se empeñen algunos. El pasado domingo sin ir más lejos (14 de abril para más señas), tras una multitudinaria manifestación republicana en Madrid, el pepero Javier Arenas se atrevió a calificar de muy miserables a quienes nos atrevemos a cuestionar la impecable hoja de servicios del Rey y la Monarquía.
Efectivamente, Monedero desmonta de manera objetiva, documentada y sistemática, uno tras otro, los mitos que el posfranquismo construyó para perpetuarse en forma de democracia light, de manera que los crímenes fueran olvidados y perdonados y todo quedara en un borrón y cuenta nueva.
Monedero denuncia en La Transición contada a nuestros padres la amnesia colectiva que nos ha llevado a toda la sociedad española a pensar que el hecho de que los jerarcas tardofranquistas se reciclaran en "demócratas tolerantes" es suficiente para perdonar los delitos que estos cometieron, dejando que la impunidad campe en nuestro país, algo inaudito en cualquier otra democracia occidental.
Entre los mitos más socorridos está, por ejemplo, el de que el rey Juan Carlos I salvara a España de la dictadura abortando el golpe de Estado de Tejero aquel aciago 23-F. Esta patraña, de tan repetida en los libros de texto, ha pasado a convertirse en verdad incontestada, y el Borbón, puesto a dedo por Franco, designado heredero del Movimiento Nacional, al que juró obediencia y respeto, pasó, birli-birloque, a ser el paladín de la democracia. Monedero, apoyándose en datos, levanta el velo que pesa sobre la participación del rey en el golpe, del que sería, según el autor, una de las piezas principales, junto con dos de los colaboradores más estrechos de Juan Carlos I, los militares Armada y Milans del Bosch.
Monedero hace una acertada crítica indicando cómo se sacrificó todo en aras del becerro sagrado llamado Consenso, de manera que la Democracia quedó lastrada y castrada de raíz ya no solo por el consentimiento tácito de la impunidad obtenida por los dirigentes del franquismo que se reciclaron en dignos políticos centristas de la UCD o de la derechista AP (luego PP), sino también por el menoscabo sufrido por el propio texto constitucional, elaborado no de forma coral (en sede parlamentaria), sino en camarillas que la mayoría de las veces se reducían a un tú a tú entre los representantes de los dos partidos mayoritarios, UCD y PSOE, reconstruyendo en la práctica el viejo modelo turnista de Cánovas y Sagasta.
Monedero arroja luz sobre la Historia reciente de nuestro país, sin miedo y sin retortijones ante el espantajo del consenso. Cuando habla de Gutiérrez Mellado, el héroe del Congreso, el militar demócrata que se enfrentó a Tejero el 23-F, se refiere a él, también, como dirigente que fue de la V Columna en Madrid, responsable, por tanto, de acciones en defensa de la causa de unos sublevados contra un gobierno legalmente constituido. Cuando habla de Fraga, menciona citas donde justifica el asesinato de Estado de Julián Grimau, que él firmó como ministro de Franco. Cuando habla de Juan Carlos I, habla de sus traiciones (ya que traicionó a casi todo el mundo que lo apoyó, excepto a Franco, a quien fue fiel en la vida y en la muerte) primero a su padre, luego a sus mentores, uno a uno, y, finalmente, al propio Suárez, y no se corta un pelo en señalarlo como pieza clave del golpe y su principal beneficiario, tanto del mismo como de las consecuencias de su fracaso, ya que se consagró como salvador.
En todos los sentidos, una lectura indispensable para conocer nuestra Historia reciente.
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