martes, 12 de enero de 2010

El consenso en la educación

Hace unos días el gobierno estatal ha anunciado a bombo y platillo que los partidos dinásticos (PSOE y PP) han llegado a un consenso en lo referente a la Educación.
La noticia, en una primera aproximación, debería alegrarnos: es vox populi que la escuela pública ha venido a menos en las dos últimas décadas y que tiene problemas estructurales agravados por el continuo vaivén de leyes y contraleyes promulgadas por el gobierno de turno, lo que aconsejaría un pacto de Estado en lo referente a la Educación en España.
Sin embargo, si analizamos dicho consenso alcanzado, más bien se nos deberían poner los pelos como escarpias.
Uno de los peores males que aqueja a la Escuela Pública, como bien analizaba Carlos Fernández Liria en un reciente artículo de Público, es la existencia de un sistema doble que financia y prima la educación privada (en forma de colegios concertados) en detrimento de la pública, que va acogiendo a los sectores sociales más desfavorecidos y con mayores necesidades de todo tipo. Como bien se dice en dicho artículo de Público, la supuesta igualdad de admisión de alumnado en los colegios privados es una falacia, ya que dichos centros se saltan dicha formalidad con diversas artimañas, como la de cobrar sobretasas astronómicas para una familia humilde por conceptos como material escolar, excursiones obligatorias, etc. Lo lógico (desde la izquierda) sería dejar de financiar a los colegios privados y utilizar dichos recursos para mejorar la educación pública, pero la miopía pacata y pequeñoburguesa de ciertos sectores del PSOE han perpetuado este estado de cosas de manera que ni se plantea esto como posibilidad.
Entonces, ¿de qué consenso hablamos? Porque el modelo educativo del PP (como se puede comprobar en la Comunidad de Madrid) está clarísimo: una educación competitiva, destinada a cubrir las necesidades del mundo empresarial y con segregación del alumnado según sus ingresos económicos (lease colegios concertados), por supuesto con la religión como asignatura (con lo que esto implica: contratación a dedo de profesorado por parte de la Conferencia Episcopal, ideologización, etc.). Si lo que se pretende es un sistema educativo donde se vaya cribando a nuestros hijos e hijas para cubrir la demanda del mercado y donde las decentes familias de clase media se sientan a salvo de la contaminación social de pobres, inmigrantes y todo tipo de sectores considerados por ellos como indeseables, mejor dejarse de milongas de consensos para quedar bien en la foto y atreverse de una vez a llevar a cabo reformas en profundidad.
Que para este viaje no hacían falta alforjas.