Solo han sido necesarias un par de horas para que la alegría desbordante que se vivió con la victoria histórica de la
izquierda en Grecia se convirtiera en bilis.
Por todas partes se elevan los llantos plañideros de quienes no entienden el
pacto con los
conservadores de
ANEL; otros se rasgan las vestiduras y se enjugan el rostro en la
gloriosa bandera del Partido elevando a la categoría de traición histórica la aceptación de este apoyo del grupúsculo del partido de los
Griegos Independientes a la investidura de
Tsipras. Y no faltan las huestes de
telodijidistas que cantan las excelencias de los estalinistas del
KKE, olvidando que, para ellos, tanto
IU como el
PCE somos poco más que
tontos necesarios en la perpetuación del capitalismo, y que todo lo que no sea el dogmatismo
juche huele a
Emilio Botín.
Pero lo triste y duro para todas las personas que nos incluimos en ese
maremagnum que entendemos por "
la izquierda" es que en este sobrehumano esfuerzo
cainita de destrozarnos a nosotros mismos, los mismos que temblaron en la noche electoral con el triunfo de
SYRIZA se están sintiendo cada vez más fuertes. Y no es por el apoyo de
ANEL, no, ya que este partido ya dijo durante la campaña electoral de manera reiterada que estaba dispuesto a apoyar a
SYRIZA para acabar con las medidas de austeridad impuestas por el gobierno de coalición de socialistas del
PASOK y conservadores de
Nea Dimokratía. Se sienten más fuertes porque es la propia izquierda europea la que está atacando con dardos envenenados una situación que, para bien o para mal,
no tenía otra salida.
Porque, ¿qué esperaban? ¿Que a falta de
dos diputados para la
mayoría absoluta y sin ninguna
fuerza de izquierdas que apoyara a
SYRIZA en la investidura,
Tsipras tirara la toalla y se convocaran nuevas elecciones, demostrando así la
inoperatividad de un triunfo de
la izquierda? Quizás eso es lo que pretendía el
KKE, en su esfuerzo por crear las condiciones para una
revolución proletaria, pero, en mi humilde opinión, lo que hubiese ocurrido es que la ocasión se hubiese perdido sin remisión alguna en las alcantarillas de la Historia.
Cierto que
ANEL son una especie de UPyD
a la griega, y que su apoyo es incómodo e indeseable, pero, ¿qué debe hacer
SYRIZA en una ocasión histórica como esta? ¿Cogérsela con papel de fumar y no aceptar el apoyo? Porque de eso se trata, de apoyo puntual, no de hipotecar su línea política.
De hecho, en el Parlamento griego, lo que debería ser el auténtico corazón del país, porque es de donde emana la legislación, de donde parten las leyes, hay ahora una holgada mayoría
de izquierdas que suma a
SYRIZA y al
KKE. El apoyo de
ANEL es
irrelevante, porque es
en el Parlamento donde deben aprobarse las leyes, o sea, donde debe decidirse el cambio de rumbo. Ahí es donde
SYRIZA (y el
KKE) no debe defraudarnos. Y lleva en la mochila la esperanza de millones de personas de toda Europa.
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