Hace escasas fechas, el agitador cultural Leo Bassi ha inaugurado en Madrid el primer templo de la Iglesia Patólica, religión a la que de inmediato me he convertido, ya que mi otro credo, el Pastafarismo, así me lo permite: por suerte, la religión del Monstruo de Espagueti Volador (Flying Spaghetti Monster, en inglés) no es muy quisquillosa a la hora de la ortodoxia. Todo lo contrario.
El Pastafarismo nació precisamente como parodia de toda religión dogmática basada en principios indemostrables de manera lógica o científica. Su punto de partida fue la decisión de las autoridades educativas del estado de Kansas (EEUU), en 2004, de dedicar en el currículo académico de las escuelas públicas la misma carga horaria al evolucionismo que al creacionismo, rebautizado como diseño inteligente por instancia de los poderosos lobbies cristianos fundamentalistas.