miércoles, 27 de mayo de 2009

Si yo fuera rico

Si yo fuera rico, estaría encantado con la supresión del Impuesto de Sucesiones que con tanto ahínco han defendido PSOE y PP, ya que así me embolsaría unos cuantos miles de euros de la herencia del abuelo que ya no irán a financiar hospitales ni escuelas sino a ricas estancias en las Seychelles pa' mi cuerpo serrano.
Si fuera un gran accionista de las multinacionales del sector del automóvil, estaría supercontento con las ayudas del Gobierno para dar salida a mi superproducción de coches, ya que si no se pasaran por el arco del triunfo esas milongas del crecimiento sostenible y apostaran por el transporte público o la bicicleta mis beneficios caerían en picado.
Si fuese El Pocero o un director de una gran inmobiliaria, daría palmas con las orejas con el ultimátum que ha supuesto el anuncio de la supresión en 2010 de las desgravaciones por adquisición de vivienda, porque la gente se animaría a comprarme el stock de pisos que me quedan por vender, cosa que no hubiera ocurrido si los gobiernos de turno fomentaran la construcción de vivienda pública que, además, ayudaría a resolver el problema del paro.
Si fuese el dueño de una cadena de colegios privados concertados católicos, por ejemplo los de los Legionarios de Cristo, lloraría de contento al ver cómo el Gobierno (del PSOE o del PP, autonómico o estatal), además de financiar con fondos públicos, regalará a cada hijito o hijita de mis ricas clientas, además, un ordenador portátil.
Si fuese un empresario de cualquier sector, fliparía con las ayudas que las administraciones de todo tipo y todo color (PP o PSOE) me están ofreciendo para financiar mi empresa, contratos con salario mínimo interprofesional incluido.
Si fuese un acomodado ciudadano de clase media alta, miraría con ternura al Gobierno del PSOE, tan comprensivo, que me estaría dando las mismas ayudas a mí, que no lo necesitaría, que a un jornalero de Linares; por ejemplo, los 2500 euros por nacimiento, los 400 del IRPF, etc.
Y si fuese banquero... ¡Bueno...! Si fuese banquero les pondría un altar a los buenos de Pepiño y Zapatero con una foto suya diciendo que la culpa de la crisis es mía mientras me untan de lo lindo.

Pero no soy rico. Ni empresario. Ni banquero. Ni voté sí a la Constitución más neoliberal de todos los tiempos, ni voté a ninguno de los partidos (entre ellos PP y PSOE) que han avalado, defendido y aplicado las políticas neoliberales que nos han endiñado la mayor crisis económica de la Historia y que ahora se echan la culpa unos a otros para escurrir el bulto, con desvergüenza olímpica: porque si quienes han tenido los resortes del poder y quienes han diseñado las políticas económicas no tienen culpa de nada, ¿quienes la tenemos?
¿Los parados?
¿Los trabajadores?
¿Los miles de jóvenes sin un trabajo digno a la vista, acosados por sueldos de miseria y con la perspectiva de un sistema de Educación Superior elitista como el de Bolonia y a quienes creen poder camelar con píldoras poscoitales?

Contra tanta hipocresía, contra tanta desvergüenza, el 7 de junio votaré a la Izquierda en las Elecciones Europeas.
A Izquierda Unida, por supuesto.

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