jueves, 31 de julio de 2014

Podemos y la tiranía de las siglas


2015 será de nuevo año electoral. Pero no será uno cualquiera. Si echamos la vista atrás, ni los más optimistas hubiésemos ni siquiera soñado un escenario así, con los partidos del sistema, PSOE y PP, totalmente desarbolados, sorprendidos y acojonados porque la gente se les echa encima por la izquierda. Los escándalos de la Familia Real, la corrupción generalizada de los partidos de gobierno, la impunidad, el saqueo del Estado, los recortes en lo público, se han traducido en el fenómeno Podemos, que no es otra cosa que la mala hostia española que por fin ha pasado de la conversación de barra de bar a materializarse en opción política.
La mayoría de las gentes de izquierdas nos alegramos sinceramente del aire fresco que ha traído el Coleta. Al fin y al cabo, supone un antes y un después. Sin embargo, me sorprende que suscite, al mismo tiempo, tantas reticencias por parte de la militancia de organizaciones de la izquierda transformadora.
Al mismo tiempo que achacan a Podemos cierto tufillo de indefinición política también acusan a la organización de una especie de competencia desleal. Los viejos militantes marxistas o anarquistas no ven nada nuevo